Sostengo que México es un gran país y eso se debe a su gente. Sin embargo, es frecuente encontrar a personas que viven con constantes complejos, producto de los resentimientos del pasado. Un pasado que no nos deja crecer como Nación.
Por la historia sabemos de los sacrificios humanos durante el Imperio Azteca y de los horrores que se vivieron durante la Santa Inquisición. Conocemos cómo a los pueblos originarios les quitaron todo, para convertirlos en esclavos.
Y a pesar del conocimiento histórico y el paso de los siglos, México no ha sido capaz de erradicar el racismo que tanto nos duele.
Desde hace un par de sexenios solo escuchamos discursos de odio racial, sexual, ideológico, religioso y de clases sociales.
Hay cosas tan banales, pero que nos reflejan tanto, como el poner obstáculos para evitar que otro estacione su vehículo en la banqueta; evitar la fila para la compra de algún producto; engañar pidiendo ayuda con enfermedades inexistentes.
Pero existen situaciones más graves como el abuso físico y sexual contra los más vulnerables.
En pleno siglo XXI, como sociedad, no somos capaces de reconocer los logros de los mexicanos, como en el caso de Yalitza Aparicio, que saltó a la fama por su interpretación de Cleo en la película Roma, generó burlas y críticas; situación similar vivió la gimnasta Alexa Moreno, las burlas no se hicieron esperar por su peso y el propio Hugo Sánchez, sus principales verdugos, al pisar tierras europeas, fueron los mexicanos.

Y qué decir del trato que sufren cientos de paisanos que llegan a Estados Unidos en busca de una mejor calidad de vida, por sus propios compatriotas.
Vivimos una descomposición social, donde no nos importan los problemas de los otros y hasta nos burlarnos de la desgracia de los demás.
En nuestro país es el Presidente Andrés Manuel López Obrador el que debe luchar para unir a los mexicanos, pero con sus discursos logra que la división se acentúe al hacer calificaciones como los “fifís” y “chairos”, o la “mafia del poder” y el “pueblo bueno y sabio”
Ni los ricos son malos, ni los pobres ladrones. Ni los que piensan a favor de Andrés Manuel son comunistas, ni los que están en contra son traidores.
Una sociedad divida es lo peor que le puede pasar a una Nación y el odio social resulta muy costoso
Debemos trabajar juntos para terminar con los resentimientos y rencores del pasado, para dar paso al México que soñamos.
Para exigir perdón, primero debemos perdonarnos como mexicanos